lunes, 29 de abril de 2013

EL PAYASO "NACE Y RENACE"

 

¿El payaso, nace o se hace? Esta fue una pregunta que se hizo en nuestro entrenamiento a “Doctores Clown”, la respuesta fue dividida, algunos decían “Nace” otros “Se hace”.

Todo buen payaso saca lo mejor de sí, es decir su niño interior, ese niño travieso, amoroso que nos encargamos de mantenerlo dormido en el corazón. Ese ser puro y amoroso, ese ser que es capaz de asombrarse con pequeñeces, de conformarse con minucias, de amar así porque sí, sin dar mayores explicaciones; sólo amar y también de tomarse el derecho de rechazar a quien no considera de su agrado y alejarse jugando, sin resentimientos. Ese ser que desafortunadamente se va transformando, a medida que se va desarrollando,  en un desconocido; en ocasiones hasta para sus propios padres e incluso para sí mismo.

Todos quisiéramos poder actuar con la espontaneidad con la que actúa un niño, decir las cosas que queremos, llorar si se nos antoja ante un deseo no cumplido, hundirnos en nuestros pensamientos y juegos y simplemente dejar que nuestra mente vuele lejos, en ese mundo mágico donde siempre somos felices. Sin embargo, en ocasiones, cuando la pena, la ira, la alegría... se apoderan de nuestro ser y queremos actuar como lo hubiéramos hecho en nuestra infancia, siempre hay alguien que te dice que es triste que te comportes “como un niño”, y al hacerlo se reprime aún más nuestro deseo ; pero es que comportarse como tal, no siempre es un  acto de inmadurez, sino simplemente un acto de LIBERTAD.

“Que son cosas de niño me dices… ¡Quién me diera,
 tener una perenne inconciencia infantil,
 ser del reino del día y de la primavera,
 del ruiseñor que canta y del alba de abril!
¡Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave
 trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora;
 como la flor que aroma la vida… y no lo sabe,
 como el astro que alumbra las noches… y lo ignora!"

 Medardo Ángel Silva  (“Se va con algo mío la tarde que se aleja)

 
Así de sencillo, como lo describió Medardo Ángel Silva en su poema, así es un niño. Quizá si él hubiera leído y practicado lo que él mismo escribió de ese ser que vivía dentro de él, si hubiera sacado su payaso hubiera podido ser feliz, su final hubiera sido otro y no la tragedia que le tocó vivir.
Dentro del corazón nuestro existe un niño amoroso, que pide a gritos salir, jugar, amar; ¡ah! Y cuántas veces lo reprimimos y cuántas veces lo humillamos, cuántas veces lo reprendemos, porque sencillamente “Debemos madurar”.
Nosotros, los payasos, somos tan afortunados; porque tenemos la oportunidad de hacer “renacer” nuestro niño, a ese juguetón implacable que todo lo puede, que todo lo conquista, que todo lo sueña. Somos capaces de crear con nuestra imaginación una vida distinta y traerla de un universo lejano a nuestras vidas. Somos capaces, gracias a la magia de nuestra nariz de cambiar vidas, empezando por la nuestra, empezando por la de los seres que amamos. Un solo abrazo resume amor, una sola mirada transmite energía y si es  “con una sonrisa” es mejor.
Sí mis queridos amigos, “El payaso nace” y nace en el momento en que cierras los ojos y oyes latir tu inocente corazón, y “renace” en el momento en que lo dejas habitar en tu mundo, en tu esencia, en ti.

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