lunes, 31 de mayo de 2021
viernes, 28 de mayo de 2021
"ARTURO, EL BÚHO" un cuento de María Piedad Lombeida Alejandro
He leído muchas historias familiares en las cuales las madres son verdaderas heroínas de la narración. Sin duda alguna, ellas siempre serán nuestra mayor inspiración, las campeonas de nuestra historia, de nuestra existencia; porque son los seres en los cuales germina la vida y su amor y protección sobrepasa incluso la muerte, pero… ¿Y qué hay de los papás? Casi nadie habla de los padres y menos aún de los padres solteros, viudos o adoptivos. Muy poco se habla de aquellos “Arturos” que, dejando su vida mundana se convierten también en padre y madre de sus hijos.
Este libro es un homenaje a aquel padre que, a pesar de la soledad (no importa las causas de ésta) y las múltiples tareas, sigue adelante por sus hijos, lucha por verlos crecer, realizados y felices y sobre todo se esfuerza por ser un ejemplo para ellos.
Este libro es también un recordatorio a todos los hijos para que, cuando llegue el momento de expandir sus alas y levantar el vuelo hacia sus sueños, sepan que siempre habrá un lugar en el nido al cual podrán retornar, que siempre habrá un lugar en el corazón bondadoso de un padre que por amor los dejó marchar. Es un recordatorio de lo doloroso que puede ser el olvido y lo maravillosa que es la gratitud.
¿DÓNDE ESTÁ MI MAMÁ?
-¿Y su mamá, dónde está? y aunque sé que su mente emigró a un mundo sin dolor ni agonía, le respondo:
-No sé, no sé a dónde se fue mi mamá - mientras acaricio su bello rostro.
(En verdad quisiera saber dónde está, ir por ella y traerla de vuelta)
Ella me ve entristecer y entristece conmigo.
- ¿Se murió? -me pregunta.
- No, gracias a Dios no, pero ya no me recuerda -le digo con mis ojos humedecidos, se humedecen los de ella y toma mi mano.
-Pero usted es muy buena. Ella la va a recordar...
Y entonces mis lágrimas no pueden sostenerse y me disculpo para ir hacia el jardín y llorar.
Regreso a su lado y ha olvidado nuestra conversación, yo he secado mis lágrimas y ella sonríe al verme, abraza su peluche y se convierte en mi niña, en mi bebé.
La bendición de tenerla a mi lado aunque ella no sepa quien soy me llena de alegría, me llena el alma.
Me quedo con la gran amistad y complicidad que tuvimos durante tantos años, con sus consejos, con su ejemplo, con su gran amor.
¿Dónde está mi mamá?