
Dos grandes artistas, cada una con un género diferente, se hicieron presentes en mi vida. Una de ellas, pudo plasmar en un óleo toda la tristeza y desolación que hubo en mi corazón. La pintura, aunque triste, no deja de ser sencillamente hermosa, y parte de mi historia, la tengo detrás de mí escritorio, como un recordatorio de lo que fue, de lo que pasó y se superó. Ahora, recibo otro obsequio, igual de espléndido, pero con una visión diferente, llena de color y alegría. Contrastan ambos estados: “el alfa y omega”, “el ying y el yang”, “la pesadumbre y la felicidad”, “el ayer y el hoy”…
El girasol es mi flor favorita, para mí significa que cada día seguiré la luz, aun si pareciera la oscuridad eterna. La abeja posada sobre ella: este hermoso insecto simboliza la elocuencia, inteligencia y poesía (Deméter en griego) y su miel, la representación universal de la dulzura. Acompaña este delicado obsequio, una bailarina española con sutil velo sevillano, plasmando graciosamente mi amor por esta danza llena de sangre, pasíón y fuerza, la adorable muñequita sostiene un libro de poesía, la esencia de mi vida, las letras y mi amor por ellas. Detalles de mi vida y personalidad en un singular obsequio.
Cómo agradecer a estos dos hermosos seres el poder plasmar mi espíritu en sus creaciones, hacer esto con sus manos y poner amor en ello. Gracias María Verónica, por arrancar el dolor de mi corazón y encerrarlo en esa pintura. Gracias Patty, por iluminar mi corazón con la luz del girasol, la dulzura de la miel y la paz de la poesía. Las amo.
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