viernes, 29 de marzo de 2013

MI MILAGRO DE VIERNES SANTO


MI MILAGRO DE  VIERNES SANTO

Hoy por segunda ocasión acompañé a una de mis mejores amigas a cumplir su penitencia en la procesión del Cristo del Consuelo, su agradecimiento es infinito puesto que gracias a la intercesión divina, su hija aún está con nosotros y goza de excelente salud.

El año pasado nuestro grupo de peregrinación se remontaba sólo a tres, tres amigas que torpemente seguíamos los pasos de una procesión,  la cual -en mi caso-  era la primera.  Este año fuimos cinco amigas quienes juntas como los dedos de una mano, caminamos con esa hermandad que sólo Dios puede entender.

Durante mi caminata pude observar tantas cosas: fe que desbordaba paganismo, imágenes por doquier, ramos de palmas que desforestan nuestros campos, rosarios de colores; que parecían más adornos vanidosos que un recuento de la vida de Jesús, vendedores de lotería, de comida, de bebidas, personas que utilizaban a sus deshidratadas mascotas para vender sus “modas caninas”, jugadores de cuarenta… y ESPERANZA.

A pesar de toda esta idolatría y este comercio inmensurable de la fe, un mercado que hoy en día Jesús nuevamente  aborrecería; había gente que caminaba con su corazón contento, con su alma pura, con esperanza de tiempos mejores, y otros en cambio con agradecimiento por favores o milagros concedidos. Hubiera deseado tanto tener una cámara para plasmar cada rostro, cada gesto, mas tengo grabado cada uno en mi memoria, cada paso, uno a uno.

Este año, volvimos a realizar nuestra procesión torpemente, pero llenas de emoción por ser ahora cinco hermanas y una amiga más junto a su hija. Lo más hermoso fue recibir el abrazo de mis amigas al llegar a la iglesia, entramos y de pronto alguien nos recordó que debíamos descubrir nuestra cabeza al entrar al templo (una amiga y yo llevábamos gorra), nos ubicamos en una fila que ni siquiera sabíamos hacia dónde nos llevaba, una señora vestida de blanco, nos indicaba muy molesta por dónde debíamos ir, llamaba la atención y retaba a todos los feligreses ahí presentes, y yo pensé –¿No es ella la que debería recibirnos con amor?  ¿Por qué si era un día tan santo, ella estaba tan molesta? ¿Por qué ella no tenía caridad con las ancianas que no querían respetar la fila y sencillamente dejarlas ingresar?  ¿Por qué, por qué, por qué?  Pues sencillamente sólo ella tendrá las respuestas en su corazón. Pero nosotras seguíamos en nuestro peregrinar, finalmente me enteré que esa fila era para pasar por el lugar donde el Cristo suele estar ubicado, sentí una extraña emoción al llegar a ese lugar, algo dentro de mí se estremeció y en ese fugaz momento, sólo pude pensar en que Dios podría sanar las piernas de mi mamá, en el fondo de mi corazón, es el mayor de mis anhelos. Pero no hubo tiempo de orar, el caminar debía ser rápido, pues la fila era larga y la señora de blanco, pues…no dejaba de pelear; bajamos del lugar señalado y nos arrodillamos a orar en una de las bancas destinadas para ello.

Cuando hay mucha bulla, no logro concentrarme en la oración, pero cómo me gusta observar a mi alrededor y ver los rostros de santidad que ponen las personas al orar. Yo me incorporé rápido de mi fugaz oración, mientras veía en el rostro de mis amigas un recogimiento que yo sólo puedo obtener en la paz de un templo en silencio o en la paz de mi habitación, mirarlas me dio mucho sosiego y felicidad, sentí que sus oraciones eran una conexión inmediata con el creador.

Continuamos con nuestra aún torpe peregrinación, perdimos algunas estaciones y tuvimos que “igualar” nuestro "Vía Crucis" en la undécima estación. Cada una oró, unas con más fe que otras, unas con más devoción, pero todas juntas en un solo corazón.

Tuvimos que atravesar sinnúmero de mercadillos, escuchar música religiosa en alto parlante, y mientras caminábamos observaba hacia arriba, hacia los lados, me emocionaba tanto ver los  balcones con familias enteras emocionadas con la llegada de la imagen, y en definitiva, es sólo una imagen; pero…por qué nos hace sentir tan bien. Así nos llamen idólatras los hermanos de otras religiones, es quizá un instrumento que encontró Dios para unirnos, mientras que otros están seguro que es para separarnos, a mí me mueve Dios y el amor a los seres que amo y entre ellos: mis amigas.

Habíamos llegado finalmente a la iglesia donde el Cristo sería venerado, nos faltaba la décimo quinta estación, cuando de pronto; un grupo de personas vestidas de negro, la mayor parte de ellas; revelaron carteles, pancartas…con el afán de ofender los rituales de mi religión, una falta de respeto absoluta ante el credo de todos los católicos.  Nosotras somos personas ecuménicas, recibimos con el mismo amor en nuestras casa a todos sin diferenciar credo alguno, pues ya hay demasiadas separaciones como para pelear por una religión, cuando el fin de todas es el mismo “Dios” o “Jehová” o “Alá” o “Javé”…

Entre la decepción y la ira que causaron los hermanos separados, nos repusimos del susto de haber logrado salir de aquella batalla religiosa que se originó ante la llegada del “Cristo del Consuelo” y poder terminar nuestro "Vía Crucis" en paz. A nosotras siempre se nos desborda el buen humor y después de todo este suceso, empezamos a reír, desafortunadamente nuestra amiga que se había unido a nuestra hermandad, se perdió entre el tumulto y la estampida humana que se formó, de igual manera; el humor nos invadió, sin celulares para comunicarnos, pues era imposible reencontrarnos; caminamos por cuadras para buscar un lugar donde romper el ayuno (algunas) y sentadas en nuestro improvisado restaurante, contamos nuestras cosas, de ayer, de ahora, de siempre…las miré y en el fondo de mi corazón le di gracias a Dios por el milagro más lindo que él me dio, no sólo este Viernes Santo, sino la vida entera: “NUESTRA AMISTAD”.

domingo, 3 de marzo de 2013

¡¡¡ABRÁZAME!!!


Marzo 3 del 2013

¡¡ABRÁZAME!!!

Hoy fue otro día especial dentro de mi mundo “clown”, empecé la mañana con la ilusión de salir a dar amor, arreglé mi vestuario como si fuera a una cita, vi cada detalle: que las medias combinen con la falda y con la flor que acompañaría mi vestuario, arreglé el sombrero que cubriría mi cabeza para que mi payaso jamás se me escape y sellarlo con una hermosa rosa que lo adornaría aún más.

Preparé cada detalle, mi cita era mi mundo "clown", ese mundo que me llena la vida y permite a mi corazón amar sin fronteras, sólo eso, amar. Salimos de nuestro lugar de encuentro, todos: payasos antiguos, payasos escénicos, payasos humanitarios, los payasos novatos, los amigos de los payasos… todos con el alma dando saltos de alegría, con la certeza de que cada paso que diéramos sería para dar alegría y de esa manera inequívocamente recibirla.

Mi corazón podía sentir el de los demás, “tum-tum-tum” y de seguro los demás podían sentir que el mío quería salir de su cofre de tanta emoción, de ese cofre sagrado donde se guardan los más hermosos momentos de amor.

Nos dirigimos hacia los demás como niños, en ese ser puro e inocente en que nos convertimos cuando nos ponemos la nariz, buscamos personas que necesitan reír, amar, sentir; ese deseo que nos envuelve a todos en todo momento y quisiéramos jamás termine.

Habían personas que por primera vez darían y recibirían abrazos de esta manera, sin saber que hoy no solamente abrazarían, sino que hoy entregarían al mundo su corazón, hoy muchos de ellos aprendieron que un abrazo vale más que mil palabras, que sentir la respiración de otro ser recibiendo amor, no tiene precio, que cerrar tus ojos al abrazar es salir de tu cuerpo y encontrarse con otra alma que está en tu mismo lugar.

Es tan especial abrir tus brazos y sentir que hay alguien tan ávido como tú de recibirlo, sentir los bracitos tiernos y suavecitos de un niño, el abrazo tembloroso y delicado de los ancianos y la dulzura infinita que emana de sus ojos, las risas suspicaces de los más jóvenes y hasta el nada gracioso, pero sí “atrevido” toque de la parte inferior de mi espalda en una ocasión, todo es un cúmulo de experiencias.

La nariz es un mundo mágico, un mundo que te invita a salir de las lindes establecidas, pero lo más mágico es ver que hay seres que sin necesidad de llevarla puesta, están dispuestos a entregar lo mejor de sí, a sonreír y conquistar corazones desconocidos en medio de una gran multitud.



Terminó la tarde, un cielo que amenazaba con descargar su humedad sobre nosotros, se detuvo cómplice ante nuestro momento de alegría, mientras algunas “clowns” se arriesgaban a dar saltos de altura como improvisadas “Cheerleaders”, mientras reíamos y disfrutábamos de este sentimiento que es el motor del universo, al cual algunos simplemente lo llamamos “AMOR”.