Por esas cosas de la vida terminé reemplazando a la maestra de Español de primer grado, me sentía tan intimidada por empezar a trabajar con niños pequeños, debido a que nunca han sido objeto de mi estudio ni preparación para ser maestra y quienes me conocen bien, saben que no gusto mucho de los pequeñitos y esa fue una de las razones por la cual nunca quise ser madre...Pero la vida es así, ilógica, absurda o caprichosa. Debo admitir que no soy la dulce "Mary Poppins" que todos esperan, mas trato, trato, trato de ser una buena maestra en un mundo infantil donde hoy predomina el capricho y la manipulación. Sin embargo, a pesar de no sentirme en mi entorno educativo siempre vivo momentos especiales y algunas veces divertidos. Hoy tuve una hermosa experiencia y sensación especial en el corazón. Me sentí tan halagada por un comentario de uno de mis pequeños estudiantes, un niño diferente, "especial" en todo aspecto.
Caminaba yo por los jardines de mi trabajo, cuando vi un colibrí absorbiendo el néctar de flores púrpuras, una a una, sin prisa, revoloteaba sus alitas sin temor alguno, decidí detener mi andar para no espantarlo y se alimentara con calma. Sentí unos pasitos apresurados detrás de mí, era Jesús (le pondré este hermoso nombre para contar la historia), se detuvo a mi lado abruptamente y se abrazó a mi cintura con fuerza:
-Hola, profesora de Español (no dice mi nombre)
-Hola, Jesús.
-¡Ah! estás observando al colibrí.
- Así es, me encantan. -Le dije
-Los colibríes son hermosos. Me dijo, al tiempo que dejaba de abrazar mi cintura para levantar sus nobles ojitos hacia mí.
-Tú también eres hermosa, profesora de Español. Me dijo con su ronca y robótica voz y salió corriendo.
Lo vi alejarse mientras le decía: "¡Gracias Jesús! me hiciste el día". Y en verdad lo hizo, no sólo porque me hizo sentir hermosa, sino porque una vez más me doy cuenta que hay niños capaces de ver más allá de las apariencias, que hay niños que pueden cambiar tu perspectiva con un solo abrazo.
Me hiciste el día, querido Jesús ¡Gracias!